8 de agosto de 2013

AL OÍDO DEL ARZOBISPO ULLOA

Por Olmedo Beluche

José D. Ulloa, arzobispo católico de Panamá, con el respeto debido me dirijo a usted para solicitarle que reconsidere la idea de construir una estatua de la Virgen Santa María La Antigua, de casi 40 metros de alto, en la bahía de Panamá. Desde cualquier punto de vista que se considere ese proyecto se evidencia como inconveniente, además de alejado del espíritu de comedimiento y modestia que entendemos que el Papa Francisco quiere transmitir. Si el objetivo es conmemorar los 500 años de religión católica en este continente, estoy seguro que hay mil maneras mejores, más gratas e inclusivas de celebrar que construir una estatua que sería una afrenta para buena parte de los habitantes de este país.

Una estatua es un símbolo y ésta es el signo bajo el cual Vasco Núñez de Balboa y sus conquistadores no sólo vencieron, sino que asesinaron con crueldad hombres, mujeres y niños, para luego saquear y robar a las poblaciones indígenas que poblaban el istmo de Panamá. Para no entrar en una larga relación de los crímenes de lesa humanidad cometidos por este conquistador, escudado en el estandarte de la Virgen, me remito a lo dicho por un cura católico cuyo testimonio está más allá de toda duda, Bartolomé de las Casas:

"Todas estas obras, que por aquella tierra Vasco Núñez y sus compañeros hacían, era disponer aquellas gentes para que amasen el nombre cristiano y se aficionasen para recibir la religión cristiana; bien creo que pensaban los pecadores que ofrecían a Dios algún sacrificio agradable, so color que punían o castigaban los quebrantadores de la ley natural, no advirtiendo con su ceguedad cuántas más veces ellos a cada paso la quebrantaban con mayores ofensas de Dios, destruyendo aquellos reinos y tantas gentes en ellos y haciendo heder el nombre de Jesucristo entre aquellas naciones, con sus obras tan detestables, como dellos dijo San Pablo."

¿Es ese el acontecimiento que se desea celebrar? ¿No sería más correcto conmemorar estos 500 años con una reflexión autocrítica del papel jugado por la Iglesia durante la Conquista, acompañándolo de un compromiso hacia las demandas de los pueblos originarios de hoy que siguen siendo víctimas del saqueo de empresarios mineros, hidroeléctricos o ganaderos? ¿No sería más acorde para el compromiso con los pobres pregonado por el nuevo Papa, que a propósito de esta conmemoración, la iglesia Católica exija del gobierno el respeto hacia los derechos de los pueblos indígenas y la aprobación del Convenio 169 sobre pueblos indígenas y tribales en países independientes?

En vez de ello se ha aceptado la donación de un globo de terreno en Amador, por valor de 5 millones de balboas, de manos de un gobierno que se ha mostrado licencioso con la propiedad pública. Para colmo, la estatua será construida por una empresa como Odebrecht, sospechosa de sobrefacturar al Estado panameño, de cuyos contratos algunos no perdemos la esperanza de que algún día habrá una auditoria realmente honesta e independiente.

Señor Arzobispo, hay símbolos cuyo significado original se pierde en el tiempo, pero este no es el caso. Las heridas de la Conquista siguen abiertas, entre otras cosas porque la Conquista no ha terminado y se repite cada día. ¿Desea usted que los panameños al contemplar esta ostentosa estatua se refieran a ella como la Virgen de los crueles conquistadores, de una empresa acusada de "coimera" y un gobierno que abusa de gastos faraónicos pero que no atiende elementales necesidades de la sociedad? Es mejor enmendar a tiempo que perpetuar una ignominia.

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