18 de noviembre de 2014

Una necesidad en los procesos de organización y lucha: La formación política e ideológica

Adelar John Pizetta

Este artículo se propone aportar algunos elementos de reflexión sobre la importancia y la necesidad de la formación política e ideológica para el fortalecimiento de la organización y de las luchas de los trabajadores en la perspectiva de la construcción de cambios estructurales en nuestro Continente.

Aprendemos de la historia, de otros procesos organizativos y políticos de la clase obrera mundial, que la formación es una de las tareas de la lucha por la emancipación de la clase, es decir, una de las tareas de la revolución. A partir de esta premisa, se puede señalar que los partidos, organizaciones, procesos, movimientos que no dieron la debida importancia a la formación en todos los niveles, tuvieron problemas, se desviaron del camino, ya que el pragmatismo terminó prevaleciendo en detrimento de los objetivos estratégicos de la construcción de una sociedad de hombres y mujeres libres.

Vivimos en América Latina un escenario en el que la lucha de clases va mucho más allá de lo que las disputas electorales proponen, ya que están a la orden del día las posibilidades históricas de profundizar los cambios estructurales y de enfrentar al orden del capital internacional, imperialista, para construir procesos de desarrollo independientes, soberanos y autónomos.

Esta configuración requiere nuevas formas de organización, que permitan enfrentar y superar las tendencias a la institucionalización, al burocratismo y puedan ser dinámicas, abiertas, adecuadas a las realidades específicas de cada país, siempre firmes en los principios que guían los procesos de cambios económicos, políticos, sociales, culturales; a la postre, la construcción de una nueva racionalidad humana. Tales formas y métodos organizativos y de lucha precisan pasar permanentemente por balances históricos para ver si cumplen con los objetivos que se trazaron en el momento que surgieron. De ahí la importancia de las reflexiones, los análisis, los debates, la humildad y la capacidad de crítica y autocrítica, como mecanismos de fortalecimiento y articulación de tales procesos.

Formación y objetivos estratégicos

Pero, ¿cómo pensar, concebir y practicar procesos formativos/ educativos para ayudar a desentrañar esta realidad que necesita ser transformada? ¿Qué entendemos por formación?

En el caso específico del Movimiento Sin Tierra - MST, se entiende que la formación –como un proceso permanente y sistemático, dinámico y amplio– siempre debe estar vinculada a la estrategia de la Organización. Es decir, la formación tiene la tarea de contribuir, clarificar y consolidar la estrategia, los objetivos del Movimiento que se relaciona con un conjunto más amplio de fuerzas en la sociedad. Busca, desde el punto de vista teórico-práctico, aproximar los desafíos y objetivos más inmediatos con los desafíos y objetivos de largo plazo, de forma articulada, como aspectos de un mismo proceso de lucha política. Para ilustrar este postulado, pensamos que, para asumir los desafíos de la construcción de la Reforma Agraria Popular, la formación tendrá como gran tarea ayudar a preparar fuerzas para esa construcción; estar ajustada a esta estrategia de superación de la sociedad actual.

El nuevo contenido de la Reforma Agraria pasa necesariamente por este amplio proceso de formación y sensibilización de la base social, ya que la fuerza de las ideas no está en ellas mismas, sino más bien en la capacidad que las masas puedan materializarlas en acciones y luchas concretas. Este nuevo contexto de la lucha por la Reforma Agraria Popular plantea a la formación nuevos desafíos, a los cuales la Escuela Nacional Florestan Fernandes (ENFF) precisa dedicarse para innovar en las herramientas, en las metodologías y en el quehacer de la formación. No es una cuestión de voluntad, sino una determinación de la realidad, porque esa forma de desarrollo de capital en la agricultura influye también en la forma y contenido de la formación, que debe ser pensada a partir de la realidad y de las condiciones objetivas que buscan ir más allá de lo hasta ahora realizado.

Por lo tanto, entendemos que la formación política no es un acto espontáneo y voluntarista. Por el contrario, requiere planificación, preparación, intencionalidad, pues ella no se produce si no hay quien la piense, organice y ejecute. Es necesario, por lo tanto, que las organizaciones creen colectivos, espacios, estructuras, que posibiliten el desarrollo de tales acciones que involucran desde la base, a los militantes, a los dirigentes y cuadros políticos, de manera articulada, con programas bien definidos.

También creemos que la formación debe dirigir la mirada hacia adelante, tratando de vislumbrar soluciones a los problemas y deficiencias orgánicas evidentes en diferentes espacios y niveles de construcción del Movimiento. En esta perspectiva, la formación debe permitir el análisis e interpretación profunda de la realidad, profundizar en las contradicciones que mueven esta realidad para ser capaces de pensar, proponer y fortalecer los cambios que están en curso y que afectan al conjunto.

Otro aspecto a destacar es la importancia de la organización, de la estructura orgánica que agrupa a los trabajadores. En el caso particular del MST, la formación siempre estuvo muy vinculada a la proyección de militantes en la perspectiva de la lucha, más que por la participación en cursos. Lo que proyectó la formación de militantes y cuadros fueron las luchas, teniendo a la agitación y la propaganda como las metodologías que daban cuenta de esta modalidad. Pero esta modalidad pertenece a un ciclo del Movimiento que está siendo superado, pues la formación de la conciencia no puede sostenerse sin una estructura organizativa que articule y organice la actuación de la base principalmente por intermedio de círculos y/o colectivos de militantes y dirigentes. Ahí la reflexión puede profundizarse: ¿En el contexto actual, cuál es la estructura orgánica que logra garantizar mejor la participación efectiva, potencializando la capacidad de movilización y de lucha para enfrentar la realidad?

Formación para la emancipación

Si, como hemos dicho antes, la formación debe estar vinculada a la estrategia de la organización y/o al conjunto de la clase, la organicidad es la clave que permite poner en movimiento una fuerza material capaz de encaminarnos a los objetivos estratégicos. Está claro que en distintos países de nuestro continente, vivimos en un período histórico de crisis, debilidad/fragmentación de los trabajadores como clase. ¿En la realidad, cuál es la estrategia para contribuir a la organización y al avance de la propia clase? El reto está en construir, en diseñar una forma organizativa que acumule, transforme, que haga que la mayoría de los trabajadores participe efectivamente. Cuando hablamos de organicidad, lo que tenemos que hacer es abrir espacio a la participación sustantiva, con conciencia, reafirmando la importancia del sujeto colectivo, de la dirección colectiva, de la planificación y distribución de tareas, tratando de superar formas extremadamente centralizadas de dirigir las organizaciones.

Otro gran desafío de la actualidad tiene que ver con el Método del Trabajo de Base. ¿Qué significa hacer trabajo de base? ¿Cuál es su contenido? Es necesario diseñar y construir métodos eficientes y adecuados a las contradicciones de la realidad que nos toca vivir, luchar para transformar. La formación básica se da en el trabajo de base, con grupos, comunidades, y de forma permanente. Es allí donde se ejercitan valores como el estudio, la solidaridad, el compromiso, la cooperación, etc. El trabajo y la formación de base son los cimientos sobre los que se construyen los procesos orgánicos, de lucha y de formación. No hay formación de dirigentes sin formación de la base.

Destacamos también la visión internacionalista de la formación de los militantes y dirigentes. No se puede pensar en procesos que no estén articulados, de una forma u otra, al contexto latinoamericano y mundial. Principalmente porque los enemigos son comunes y para derrotarlos necesitamos unir fuerzas de manera más amplia. Así que esto es parte de las reflexiones sobre la organización, la formación, los desafíos de construcción de herramientas y luchas locales, pero que estén articulados en proyectos más amplios de sociedad, de continente.

Con estos elementos, recuperamos la idea de que los procesos de formación deben contribuir a la construcción de fuerza social y política, es decir, ayudar a organizar al pueblo. Es un requisito fundamental para acumular fuerzas. La formación entonces se construye como un concepto político, elaborado y ejecutado de una manera dialéctica, articulando los diferentes saberes y niveles, con principios y valores que colaboran en la construcción del proyecto político de la clase con objetivos estratégicos. Por lo tanto, es importante entender la formación dentro de la dinámica de la lucha de clases en el momento actual y, a partir de estas contradicciones, establecer las tareas que permitan avanzar.

Para concluir, esta breve reflexión la hacemos teniendo en cuenta, por una parte, un momento político muy complejo y difícil, de enormes contradicciones y conflictos de diversos matices. Y por otro lado, un momento en que alimentamos mucha esperanza y creemos en las posibilidades de realizaciones de aquello que aspiramos como clase trabajadora. Los periodos de crisis son portadores de estas dos dimensiones, una que busca subvertir lo establecido por el orden actual y otra que busca construir lo nuevo, construir nuevos caminos. Estas dos dimensiones no son sucesivas, sino que se entrelazan en el tiempo y en el espacio, a través de las acciones de los hombres y la confrontación entre los intereses de las clases. Lo nuevo no nace de la nada, lo nuevo nace de lo viejo, pero para que se fortalezca es necesario derribar lo viejo.

Vivimos, por lo tanto, ese momento de lucha entre lo viejo que está muriendo y lo nuevo que aún no nace como obra de la organización, de las luchas y de la formación de los trabajadores. Sabemos que nuevos y duros embates se avecinan hacia adelante; sabemos que las dificultades serán inmensas. Pero, como decía Martí: “Las dificultades son grandes, pero los que han de vencerlas, también”.

La Escuela Nacional Florestan Fernandes, al cumplir diez años de vida, continúa con sus propósitos de recorrer esos caminos, profundizando la comprensión sobre la formación de cuadros, tratando de articular la práctica con la teoría, desarrollando las dos dialécticamente. El gran desafío consiste en formar cuadros políticos que sean capaces de interpretar correctamente la realidad, y sobre ella desarrollar la praxis transformadora. La revolución es un proceso forjado a partir de las circunstancias heredadas y las construidas por la acción de los hombres y de las mujeres en el presente, y el espíritu revolucionario debe ser cultivado y vivido diariamente por aquellos que se proponen esta tarea histórica.

En este contexto, alimentamos la convicción de que la formación debe continuar siendo una necesidad de la lucha por la emancipación humana, sobre todo porque es el alimento ideológico, ya que, en su ausencia, la organización se siente cansada y con dificultades para crear, respirar y luchar por el amanecer de una nueva era, de justicia y libertad plenas. Ojalá podamos seguir sembrando conciencia en todos los rincones de América Latina; fortaleciendo los procesos organizativos y las luchas por los cambios, las rupturas estructurales, preparando el tiempo de la cosecha que aún está por venir, aun sabiendo que el camino será difícil. (Traducción: ALAI)

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Adelar John Pizetta es militante del Movimiento de los Trabajadores Rurales Sin Tierra (MST – Brasil) y miembro de la Coordinación Política y Pedagógica de la Escuela Nacional Florestan Fernandes (ENFF).


Fuente: En: Educación popular: vigencias y desafíos. América Latina en Movimiento, ALAI, no. 499, octubre 2014 año XXXVIII, II época. pp. 15-18

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