15 de diciembre de 2018

“Los campesinos y las campesinas alimentamos el mundo”

Por REDSAG
Idioma Español
País Guatemala
7 diciembre 2018

Esta Declaración es una herramienta que permite la exigencia al respeto de los derechos de las campesinas y campesinos, y dependerá de la movilización social y la voluntad política de los estados para su adopción. 

 
Desde los años 90, el movimiento por la Soberanía alimentaria en el mundo y principalmente las organizaciones campesinas, han denunciado las causas de la crisis alimentaria global que se acrecienta cada vez más debido a la falta de políticas agrarias que garantizan una producción de alimentos sostenibles y que protejan a esos productores y productoras de alimentos a pequeña escala, que han alimentado al mundo y conservado la biodiversidad que hoy en día sigue siendo amenazada por sistemas agroindustriales de producción, que terminan siendo modelos de despojo de los territorios y acabando con la biodiversidad y los conocimientos ancestrales.
La continua criminalización de la lucha campesina en el mundo y por ende la violación a los derechos humanos, ha demandado a las organizaciones campesinas a buscar medidas de protección de sus derechos. En ese sentido valoramos el trabajo de organizaciones campesinas en el mundo que impulsaron el marco político para abordar los derechos de los campesinos y otras personas que trabajan en zonas rurales, para garantizar la vida de los sectores más oprimidos.

Las crisis alimentarias mundiales promovieron por medio de relatores especiales al derecho a la alimentación de Naciones Unidas, recomendaciones para la protección de los derechos de las campesinas y campesinos como una medida esencial para abordar las causas estructurales de estas crisis, demandadas por los movimientos campesinos en el mundo.
En el 2012, el Consejo de Derechos Humanos de la ONU, adoptó una resolución para establecer el Grupo de trabajo intergubernamental de composición abierta, con el mandato de redactar la Declaración de la ONU sobre los Derechos de los Campesinos y de otras personas que trabajan en las zonas rurales. Este Grupo de Trabajo ha sido presidido por la Misión del Estado Plurinacional de Bolivia ante la ONU.
En el 2018, en el 39° periodo de sesiones del Consejo de Derechos Humanos (celebrado del 10 al 28 de septiembre de 2018), fue adoptada oficialmente la Declaración con una votación de 33 países a favor, 11 abstenciones y 3 en contra. Con esto se inicia el camino formal para la solicitud de reconocimiento de los derechos campesinos, por parte de la Asamblea General de la Organización de Naciones Unidas, cuya votación para su aprobación fue de 119 países a favor, 49 abstenciones y 7 países en contra. Lamentamos que Guatemala siendo parte del sistema de la ONU se haya opuesto constantemente al avance de la aprobación y en la sesión en la que se aprobó se abstuvo de votar.
Esta Declaración es una herramienta que permite la exigencia al respeto de los derechos de las campesinas y campesinos, y dependerá de la movilización social y la voluntad política de los estados para su adopción. 
Garantiza los derechos humanos de las campesinas y campesinos por la lucha de la soberanía alimentaria, derecho a las semillas, el agua, la tierra y el bosque, como elementos fundamentales en la vida rural, y su reconocimiento como sujetas y sujetos de derecho.
La Declaración será de gran beneficio al campesinado en Guatemala, sobre todo porque es un documento que orientará las políticas de Desarrollo Rural Integral impulsara la Agroecología, el Derecho Humano a la alimentación y la Soberanía Alimentaria, planteadas por los pueblos, para atender la problemática de la pobreza hambre y desnutrición, a partir de la consulta de las campesinas y campesinos, como lo plantea el artículo 3 de la declaración.
La Declaración de los Derechos Campesinos nos da un marco político que puede utilizarse en los niveles locales, nacionales e internacionales y amerita una fuerte promoción para que pueda ser conocida por todas y todos en el campo y la ciudad.
POR LO TANTO, EXIGIMOS AL ESTADO DE GUATEMALA:
  • La divulgación, promoción y adopción de la declaración como lo establece en su articulado.
  • Que respete sus propias formas de organización social para la exigencia de sus derechos (artículo 9)
  • Velar porque los campesinos y otras personas que trabajen en las zonas rurales no sean objeto de detención, tortura tratos o penas crueles, inhumanos o degradantes.
  • Que implemente medidas para la protección y conservación de los bienes naturales violentados por la agroindustria y el modelo extractivo en el país. (agua, tierra, bosque, semillas)
  • Tomar medidas conjuntamente con las comunidades afectadas, sobre la práctica y el uso desmedido de agrotoxicos en las zonas de monocultivo que afectan la agricultura de subsistencia.
  • Que el estado implemente, políticas programas y medidas para proteger a las campesinas y campesinos contra el hambre. (artículo 15)
Guatemala 7 de diciembre 2018
Descargue la Declaración (PDF):


11 de noviembre de 2018

Tecnología indígena: Uso de abonos naturales en cultivos bajo los sistemas de agricultura de nainu

Geodisio Castillo[1]

Los problemas de la degradación ambiental, la escasez de recursos y el cambio climático, el concepto de sostenibilidad va ocupando su legítimo lugar como tema central de los debates sobre desarrollo agrícola y rural. Demostrando los efectos benéficos de la conservación de la naturaleza y de la armonía con los ecosistemas locales.


Aplicando labranza mínima o ecológica, grupo de mujeres de Yandub-Nargana, 1997. Foto: Gubiler
Esta conservación biocultural ha dependido de los saberes y conocimientos de nuestros pueblos, de ahí, la habilidad de aplicar las tecnologías indígenas a pequeña escala de parte de los agricultores familiares o pequeño productor, como suelen referirse. Se utiliza el término agricultor a pequeña escala para enfocar la naturaleza de la producción en finca más que el tamaño de la parcela de tierra (FIDA 2012; Murphy 2012).

La agricultura familiar también es una forma de vida en la que se reúnen las experiencias, la identidad, los valores, la unidad familiar, los conocimientos y los aprendizajes que permiten la conformación de toda una cultura del campo (Carmagnani 2008).

la agricultura sostenible en manos de los agricultores familiares exige soluciones muy locales. En nuestros países en desarrollo a menudo los enfoques y las tecnologías agrícolas ecológicas se hallan en situación de desventaja. Sin embargo, estas desventajas van superándose en algunos países (FIDA 2012):
  • En Brasil, tres estados del sur apoyan el sistema de labranza cero y la agricultura de conservación[2].
  • En África, la Red de la Asociación de Labranza Conservacionista engloba a los agricultores y las instancias normativas que se proponen aumentar la productividad agrícola utilizando los recursos naturales de manera sostenible.
  • En el 11º Plan quinquenal (2006-2010) del Gobierno de la República Popular China se aboga en la necesidad de reducir el impacto ambiental de la agricultura y en favor de los alimentos orgánicos, la conservación de los recursos hídricos y las prácticas sostenibles.
Castillo (1983), Mósquera (2012) y FAO (2016) indican, que la diversificación y la mejor integración de los sistemas de producción de alimentos en procesos ecológicos complejos crean sinergias con el hábitat natural y no agotan los recursos naturales. La agroecología y la intensificación sostenible son ejemplos de enfoques que mejoran los rendimientos y aumentan la resiliencia a través de prácticas como los abonos verdes, los cultivos de abono verde que fijan el nitrógeno y la gestión sostenible de los suelos, así como la integración con la agroforestería y la producción animal.

Además (Castillo 2011), los sistemas de cultivos de cobertura juegan un papel importante en la conservación del suelo y en el manejo de la fertilidad. El uso estable de la tierra reduce la deforestación y proporciona un manejo amigable de los recursos naturales.

De lo anterior, podemos decir que la tecnología es una expresión del conocimiento del hombre acerca de las características de la naturaleza, y del desarrollo de métodos, procedimientos, herramientas, técnicas y equipos para su aprovechamiento; que en sus orígenes tuvo fundamentos más sociales, colectivos y de mayor preservación ambiental, al depender más de los ciclos biológicos naturales (Gómez González, Ruíz Guzmán, Bravo González 1998).

Una de las tecnologías milenarias de los pueblos indígenas es la práctica agroforestal. Producción de varios cultivos en una misma área en la unidad de producción. Conservación de las variedades de semillas criollas, de los recursos fitogenéticos, de especies medicinales y de la biodiversidad, en contraposición con la pérdida generada por monocultivos extensivos y el uso de semillas homogéneas asociadas a esta actividad. Manejo eficiente de los recursos hídricos, incluyendo la lluvia, lo que permite un uso más balanceado de esos recursos. Prácticas agrícolas naturales, más vinculadas al entorno. Y sus innovaciones sostenibles traen consigo numerosos beneficios en lo relativo al rendimiento agrícola, las ganancias, la resiliencia al cambio climático y la reducción de la pobreza (IICA 2012).

El sistema agrícola-forestal de nainu, constituye uno de los sistemas productivos principales en la agricultura dule, por ser practicado por casi toda la población agrícola. Tiene gran importancia social por la generación de valores culturales, alimentación, medicina dule y también económicas solidarias. Es la base de la alimentación de la población.

Partiendo de las condiciones locales, la agricultura de nainu no escapa a las crecientes influencias de la globalización nacional e internacional. La ventaja es que la agricultura de nainu, como tecnología consiste no sólo en la producción de múltiples variedades vegetales adaptadas a diversas condiciones ambientales, sino también en la selección de las mismas prácticas involucradas en los procesos de producción. Función que se ha venido deteriorando en los últimos cuarenta años, por la llamada “modernidad”.

Lo que se debe hacer es desmontar el paradigma puramente económico actual hacia la tendencia innovadora o renovadora que caracterice por la revalorización o rescate de la agricultura de los pueblos indígenas y campesinas. Como un espacio social, económico, ecológico, cultural y tecnológico, amplio.  Con una agricultura totalmente innovada por las nuevas corrientes de la agroecología, y puntualmente de los sistemas agroforestales de nainu.

Las tecnologías indígenas y campesinas resultan fundamental en la recuperación de los valores socioculturales que además van de la mano por la recuperación de las economías solidarias que cada día se pierde y su fundamento: la relación entre el hombre y la naturaleza, en el contexto del llamado mundo “moderno”[3].

Aplicando conocimiento agroecológico dule

Abono verde y cultivos de cobertura
Cuando en un nainu se deja que las malezas invadan, es, uno, para protegerlos de otras plagas / enfermedades, y, dos, para cuando se limpian (cada determinado tiempo) las malezas sirvan de abono verde. Es una tecnología que los agricultores jóvenes ya no lo practican, es decir, dejan demasiado que la maleza invada el nainu afectando los cultivos.

Tener cultivos leguminosos rastreras ricos en nitrógeno, como los frijoles, gabidubaled (frijol abono, pica pica o terciopelo), cuando entran en la etapa de producción, estos se cortan y se añaden a la tierra como abonos. También se cultivan entre los cultivos (al cortarlas sirve de abono) para que sean muy útiles para proteger los suelos erosionados y facilitar el proceso de recuperación de terrenos que hayan estado sometidos al uso de agrotóxicos, fertilizantes sintéticos, etc. Además, entre sus muchos beneficios, limitan la aparición de plantas espontáneas o arvenses (malezas).

Las leguminosas también se intercalan entre los cultivos principales, como el oba (maíz), masi/massunnad (banano/plátano), mama (yuca). Otros cultivos son de cobertura como el moe (zapallo), gwalu (camote), para controlar las malezas y luego sirvan de abono natural o verde. De ahí, la importancia de los policultivos, o los sistemas agroforestales de nainu.

Los cultivos de cobertura se siembran con la finalidad de mejorar la fertilidad del suelo y calidad del agua, controlar malezas y plagas, e incrementar la diversidad biológica en sistemas de producción agroecológicos, como los sistemas de producción agroforestales de nainu.

Sidsi o sabdur + igli-saa
Eso se usa principalmente con el cultivo de maíz y otros cultivos. Antes de sembrarlos, lo mezclan con sabdur e igli-saa. Sabdur sirve para controlar el ataque de plagas y enfermedades y el segundo sirve como abono y controlar las plagas (igli-saa principalmente).

Igli – hormiga y saa - montículos de tierra suelta o residuos que deja las hormigas al excavar. Las hormigas al excavar, promueve cambios favorables en las condiciones nutritivas del suelo, como son incremento en los niveles de N, P, K, Mg, Ca, Na, humedad y materia orgánica (Lerma, J. M., Chacón De Ulloa, P., Del Rosario Manzano, M. 2006).

Estiércol
Está formado por las heces fermentadas de animales, de ahí que el estiércol pueda presentar diferentes niveles de nutrientes dependiendo del animal del que provenga. El estiércol puede proceder de caballos, de oveja, vacas, gallinas (gallinaza), etc. Además de aportar nutrientes, el estiércol hace que prolifere la vida de los microorganismos que favorecerán la fertilidad de la tierra.

Nuestros nainus son abiertos, es decir, no están cercados con alambres de púas. Eso tiene su razón de ser. Porque los cultivos nuestros también contribuyen con la alimentación de los animales silvestres dejan a su vez beneficios como el estiércol, que servirá como abono natural a los cultivos.

Cenizas (sogun)
Aunque la tala y quema (es una actividad negativa a gran escala) que se hace en yoleb (verano), para aprovechar las cenizas, es una tecnología adaptada, no es nuestra. Es una tecnología introducida por los españoles, ingleses y holandeses, cuando invadieron a Abiayala. De ellos aprendieron más nuestros campesinos.

Las cenizas es una solución natural ante plagas y enfermedades causadas por hongos, las cenizas aportan altos niveles de calcio, magnesio y potasio. Son muy útiles para corregir suelos con pH muy ácidos por su ligero efecto alcalino. En este sentido uno puede quemar materiales maderables naturales que ya no se utilizan (sin pinturas); sogun se recoge y mezclarlos con el suelo como abono.

Rotación de nainu
Para establecer un nainu en una pendiente y se tala y quema los árboles, se queda sin capa protectora contra la lluvia y de ahí, inicia la erosión del suelo y a lo largo queda el suelo infértil. Por eso, nuestros agricultores conociendo esta situación solo cultivan en pendientes unos dos a tres años. Luego abandonan el nainu, es mejor decir, lo dejan en barbecho (descansando el nainu), para que el nainu vuelva a recuperarse (regeneración natural) y a los 20 a 30 años vuelvan a utilizarlas para sembrar nuevamente – rotación de nainu.

Actualmente los nainus no llegan a descansar hasta los 30 años o más, ha disminuido, los agricultores ya no esperan hasta que lleguen los diez años mínimos, lo talan y queman mucho antes. De ahí, tenemos la tendencia que nuestros suelos agrícolas se están empobreciendo, su fertilidad es baja y con ello la baja productividad que tenemos ahora. Al final si seguimos con este ritmo intensivo de tala y quema y no dejar en descanso los suelos, seguirá la muerte de nuestros ecosistemas. Pero por el momento vamos con esta tendencia y recuperarlos es posible, con una política pública comarcal[4] clara en relación a nuestros recursos naturales con una producción sostenible y amigable con Nabgwana.

Labranza cero, con siembra tapada o al chuzo (espeque), sin quema
Este tipo de siembra se viene practicando desde hace muchos siglos por los pueblos indígenas. La siembra se hace directamente en el suelo sin labranza previa por lo que también se conoce como siembra directa.  Esta siembra se puede hacer con el método de siembra con chuzo o espeque, actualmente utilizando la coa.

Esta tecnología se hace en el nainu antes de talar y no quemar. Tecnología que aún se practica en ciertas comunidades o por agricultores familiares e individuales, se hace principalmente con el cultivo de masi (plátano/banano) y oba (maíz). Luego de la siembra con chuzo se tala y los árboles caídos (seleccionados) y plantas cortadas no se queman, se ordenan, para que posteriormente se pudran, y sirvan de abono natural.

Finalmente
No solo hay que dejar en papel los saberes y conocimientos tecnológicos, hay que aplicarlas. Para ello se necesita capacitar a los agricultores. En la obra Dos Mazorcas de Maíz, Bunch (1985) manifiesta la importancia de la capacitación, pero debe ir acompañada de un trabajo de extensión. De hecho, el trabajo de extensión no se debe considerar como solamente un "seguimiento" después de las clases, sino más bien como la actividad principal de la capacitación, con las clases teóricas sirviendo solamente de apoyo. Además, aquellos que enseñan los cursos también deben trabajar en extensión para estar empapados de las necesidades y problemas agrícolas del lugar y del agricultor.

Bibliografía

Bunch, R. 1985. Dos mazorcas de maíz. Una guía para el mejoramiento agrícola orientado hacia la gente. Vecinos Mundiales. Portland, Oklahoma City, E.U.A. 268 p.

Carmagnani, M. 2008. La agricultura familiar en América Latina. In: Problemas de Desarrollo, Revista Latinoamericana de Economía. Vol. 39, núm. 153, abril-junio / 2008. Universidad Nacional Autónoma de México, Distrito Federal, México. pp. 11-56

Castillo, G. 2011. Abonos verdes. Centro de desarrollo ambiental y humano – CENDAH. Capacitación y extensión agroecológica. Comarca Guna Yala, Panamá.

Castillo, G. 1983. Utilización del bosque y de sistemas agroforestales en la Región Gardi, Kuna Yala (San Blas, Panamá). Universidad de las Naciones Unidas, Centro Agronómico Tropical de Investigación y Enseñanza (UNU/CATIE), Turrialba, Costa Rica. 55 p. + Anexos

FAO 2016. El estado mundial de agricultura y alimentación. Cambio climático, agricultura y seguridad alimentaria. 191 p.

FIDA 2012. La agricultura sostenible en pequeña escala: alimentar al mundo, proteger el planeta. Consejo de Gobernadores. Roma. 12 p.

Gómez González, G., Ruiz Guzmán, J. L., Bravo González, S. 1998. Tecnología tradicional indígena y la conservación de los recursos naturales. En: Conferencia presentada en el Encuentro Latinoamericano sobre Derechos Humanos y Pueblos Indios, Guatemala, Universidad de San Carlos, del 25 al 29 de mayo de 1998. pp. 121-142

IICA (2012). Tecnología e innovación en la agricultura familiar de ALC. Síntesis de contribuciones de los participantes. Aportes para el diálogo durante la VI Reunión Internacional de FORAGRO, Lima, 2012. Secretariado Técnico de FORAGRO, IICA. 21 p. Consulta electrónica.

Lerma, J. M., Chacón De Ulloa, P., Del Rosario Manzano, M. 2006. Caracterización de nidos de la hormiga arriera Atta cephalotes (Hymenoptera: Myrmicinae) en Cali (Colombia). Revista Colombiana de Entomología 32(2): 151-158 (2006)

Mósquera, M. P., et al. 2012. Abonos verdes: tecnología para el manejo agroecológico de los cultivos. Facultad de Ciencias Agropecuarias, Universidad Nacional de Colombia. Agroecología 7: 53-62, 2012

Murphy, S (2012). Puntos de vista en evolución: agricultura de pequeña escala, mercados y globalización (edición revisada), IIED/Hivos/Mainumby, London/The Hague/La Paz. 43 p.



[1] Castillo, G. 2016. “Aplicando tecnología a pequeña escala: conservando suelo y agua. Taller sobre implementación de tecnología a pequeña escala”. 10 al 13 de junio de 2016. CENDAH, Digir, Gunayala, Panamá.
[2] La agricultura de conservación se propone el objetivo de lograr una agricultura sostenible y rentable promoviendo tres principios: la alteración mínima del suelo, la cobertura permanente del suelo y la rotación de cultivos.
[3] Gómez González, Gerardo y Torres Carral, Guillermo, “Recursos naturales, tecnología y desarrollo
sustentable. Perspectivas de la tecnología tradicional”, XX Congreso de la Asociación Latinoamericana de Sociología: América Latina y el Caribe: Perspectivas de su reconstrucción, ciudad de México, 2 al 6 de octubre de 1995.
[4] Nuestra comarca no tiene ninguna política pública plasmada, solo informes. La única que podía a encaminar a plasmar las políticas públicas de la comarca, se encuentra establecida en la estrategia PEGY 2025.

30 de octubre de 2018

Alternativas reales frente al cambio climático


30/10/2018

Existen alternativas reales, justas y saludables para frenar el cambio climático y estudios científicos recientes lo demuestran, contrariamente a los que proponen opciones especulativas, teóricas y altamente riesgosas como la geoingeniería climática.
 
Foto: miprv
El informe Missing Pathways to 1.5 (Caminos que faltan para 1.5 grados), muestra que garantizar los derechos indígenas y campesinos, restaurar bosques naturales y la transición hacia áreas de cultivo agroecológico, junto con un cambio hacia dietas con menos carne, puede reducir a la mitad las emisiones de gases de efecto invernadero para el 2050. Estiman un potencial de reducción de cerca de 23 gigatoneladas anuales de dióxido de carbono o equivalente, lo cual elimina la supuesta necesidad de usar técnicas de geoingeniería. Son además cambios positivos para la biodiversidad, las comunidades indígenas y campesinas, y para la salud de todas y todos. (https://tinyurl.com/y8l4wgfr)

Se basa en una amplia y detallada revisión de documentos científicos recientes y fue publicado en octubre 2018 por una coalición de 38 organizaciones que trabajan por la justicia ambiental y social, el derecho a la tierra y a la alimentación y por la agroecología y la conservación de bosques. Las autoras principales son Kate Dooley y Doreen Stabinsky, con la revisión y colaboración de la alianza CLARA (Climate Land, Ambition and Rights Alliance).

El estudio sale al mismo tiempo que el Panel Intergubernamental de Expertos sobre Cambio Climático (IPCC por sus siglas en inglés) publica un nuevo informe sobre cómo limitar el calentamiento global a 1. 5 º C con respecto a niveles preindustriales, un límite que plantean crucial para evitar un cambio climático catastrófico. En tres escenarios, el IPCC considera el uso de técnicas de geoingeniería para remover dióxido de carbono de la atmósfera, pero en otro plantea que con medidas basadas en las funciones de los ecosistemas –algunas como las que plantea el estudio de CLARA- sería posible también alcanzar esa meta. (Ver más en “Caos Climático, capitalismo y geoingeniería”)

Más de la mitad de las reducciones de gases de efecto invernadero planteadas en el estudio de CLARA vendría de la restauración y protección de bosques naturales y turberas (un tipo de humedal que retiene altas cantidades de carbono y nitrógeno orgánicos). El resto se puede lograr con cambios en la agropecuaria industrial –que es el mayor factor de deforestación y destrucción de humedales–, con la recuperación de suelos y agroecosistemas, a través de disminuir el uso de fertilizantes sintéticos, apoyar sistemas agroecológicos y locales, y de parte de los consumidores, cambiar la dieta.

El informe afirma que los “derechos comunitarios sobre la tierra y bosques, son la acción climática más efectiva, eficiente y equitativa que los gobiernos pueden ejercer para reducir su huella de carbono y proteger los bosques del mundo”. Enfatiza la necesidad de afirmar los derechos a tierra y al territorio de las comunidades y pueblos indígenas para lograr los objetivos planteados. Todos los bosques del mundo están habitados por comunidades indígenas, que son las principales cuidadoras de los bosques. A nivel global, la mitad de esos territorios tienen reclamos de tenencia por parte de comunidades, pero solamente el 20 por ciento tiene reconocimiento legal.

Cuestiona también el uso del concepto de “emisiones negativas”, un término absurdo que no existe en ningún idioma. Fue inventado para justificar mantener la emisión de gases de efecto invernadero, que se contrarrestarían, supuestamente, con medidas tecnológicas para remover el carbono de la atmósfera (geoingeniería). Una opción de alto riesgo que carga el problema a las generaciones futuras, colocándolas en dependencia con los dueños de las tecnologías.

En contraposición, este informe plantea formas de evitar las emisiones antes de que se generen, y remover el excedente de carbono ya acumulado en la atmósfera a través de expandir los bosques naturales con especies nativas y aumentar la agroforestería comunitaria, entre otras medidas.

Con respecto al sistema agroalimentario, que es el factor de mayores emisiones de GEI, plantea reducir los desperdicios (que la FAO estima hasta en 40 por ciento de lo cosechado), disminuir los transportes de alimentos, aumentar la producción y consumo local, disminuir el uso de fertilizantes sintéticos y agroquímicos; reducir y mejorar la ganadería, terminando con la cría confinada de vacas, cerdos y aves, y basarla en alimentación de pradera. Complementariamente, ven como esencial reducir el consumo de carne, que es muy desigual en el mundo por lo que se dirigen especialmente a los que más consumen. La gran mayoría de la producción industrial y consumo de carnes se concentra en sólo 6 países.

Señalan también el error de enfocarse solamente en limitar la temperatura, planteando la crisis climática como fenómeno aislado. Necesitamos respuestas holísticas a las crisis ambientales, sociales, de salud y otras. Solamente los enfoques múltiples y sinérgicos aportarán las verdaderas soluciones, tal como demuestra este estudio.

- Silvia Ribeiro es investigadora del Grupo ETC



12 de octubre de 2018

Porque es importante la enseñanza de la Historia indígena en las aulas de clases

Por: Jenny Gómez Esquivel-Profesora de Historia de Panamá y especialista en educación intercultural Bilingüe

Panamá, es un país multicultural donde cada ciudadano cuenta con orígenes históricos propios que nos coloca como una sociedad con patrones culturales que nos identifica como panameño.


Sin embargo, es necesario reconocer que este proceso de construcción ciudadana tiene orígenes históricos, donde las grandes civilizaciones existentes en Abya Yala, ya tenía sus formas propias de administrar, dirigir, y organizar los pueblos milenarios.

Igualmente, los aportes científicos que hoy es reconocido en la medicina ancestral botánica que logra un sitial importante en el desarrollo de tratamientos de enfermedades y curas ya sea de huesos, de la esquizofrenia y demás producto de los conocimientos transmitidos de generación a generación y desde la oralidad.


La lengua y la cultura desde la cosmovisión y la espiritualidad, ha podido sobrevivir hasta el tiempo actual, a pesar de las explotaciones esclavistas que traídos por los europeos en Abya Yala que hoy en día, aún algunos descendientes lo hablan y lo practican.


Sin embargo, como hacer justicia a la población que nos dio origen a una población de 83 % de la población panameña tiene su origen por un linaje materno, según estudios investigativos realizados plantea que Panamá tiene sus orígenes en los pueblos originarios indígenas (amerindios mal llamado indios).


Si este porcentaje alto que da origen a la base histórica de una sociedad panameña porque no reconocer a ese linaje materno, de madre que nos dio la vida y el ser para estar en esta sociedad actual, porque no contar a la sociedad panameña que en las venas corre sangre indígena y luchadora que en el desarrollo histórico sus descendientes han logrado en la construcción del país de generación a generación, entonces porque no hacer que la verdadera historia sea contado en los centros educativos e instituciones y universidades a nivel superior. Que nos falta como país, para lograr una sociedad intercultural y que se reconozca su identidad panameña.


Nos falta “CONTAR LA HISTORIA BIEN” a nuestros descendientes que al igual que la población negra han aportado a este bello Panamá, enseñar desde la verdadera esencia de una historia real, una historia donde nos sentamos orgullosos que en nuestras venas corre la sangre indígena, perteneciente de una cultura guerrera que no se dejó doblegar por la imposición y que gracias a esta lucha observamos en cada uno de los lugares, comunidades y provincias el legado que nos aporta la cultura indígena, claro ejemplos en los nombres de los ríos y nombres de las comunidades donde se establecieron nuestros ancestros y que tienen un origen histórico, como ciudadano nos hemos quedado a pensar porque el río de Darién se llama Chucunaque, en realidad pronunciamos correctamente estos nombres? y porque las comunidades tienen nombre propios de los pueblos? Qué significado tiene, porque las formas de matrimonio y confección de las casas de quincha y los ritos ceremoniales y la gastronomía de las provincias centrales, tiene un toque de los pueblos indígenas, hemos analizado en el aula de clase esos procesos de aportes de la historia panameña…. En fin, es momento que hagamos valer el derecho que el pueblo afro panameño y la indígena en toda su expresión, han construido esta sociedad con su aporte histórico que nos legó en la historia panameña.


Creo que es tarea de todos contar la historia bien, no lo que nos contó los invasores, los opresores, los saqueadores y los visitantes europeos, sino que se vea desde un enfoque propio de una verdadera historia panameña, porque la sociedad que conformamos es de todos nosotros los panameños.


En el año de la resistencia indígena animo a contar la historia de manera que resalte lo nuestro, lo panameño porque tenemos mucho que contar.


 

15 de septiembre de 2018

Construcción colectiva de saberes

Por Yessica Alquiciras, José Godoy y Evangelina Robles (Colectivo por la Autonomía)
Julio, 2018

Del trabajo en la sierra al entramado del saber. En el trabajo en la Sierra Huichol donde estuvimos involucrados entre 1996 y 2006, desarrollamos una “metodología” de trabajo que denominamos metodología del sujeto. También la llegamos a llamar free-jazz, ya que estaba basada en el diálogo permanente de saberes. La llamamos así porque cuestionaba frontalmente la dinámica que imponía la metodología oficial (por así llamarla) de “el proyecto” sobre el sujeto. Una dinámica que negaba permanentemente el objeto o contexto de la realidad social, ambiental, técnica, cultural, espiritual, al mismo tiempo que discriminaba las grandes capacidades del pueblo huichol para autogestionar su territorio.

 
Los programas y proyectos siempre se han creado en instituciones ajenas a la realidad local, regional y nacional a la cual se pretenden aplicar y promover.

En cambio, los resultados del modo de trabajo conjunto y autogestionario con las comunidades derivaron en un autoreconocimiento y crecimiento generalizado de las capacidades técnicas (geográficas, legales, ecológicas, etcétera), económicas y organizativas. Las asambleas crecieron en presencia en un 1000% (de 200 a 2000 comuneros activos en una comunidad) al comenzar a solucionar una amplia gama de problemáticas internas y externas para la “reconstitución integral de su territorio”, recuperando y ocupando efectivamente 60 mil hectáreas en 300 juicios; haciendo un trabajo de vinculación “igualitaria” con profesionistas de todas las ramas del conocimiento y otros pueblos. Todo con la firme creencia de que, antes que otros, cada quien es protagonista de su propia realidad.

Esta experiencia de reconstitución territorial sería imposible de llevar a cabo sin el conocimiento histórico, jurídico, geográfico, ambiental del problema, por parte de las comunidades y sus propias autoridades tradicionales. Esto no se reconoce fácilmente, aunque sea obvio.

Encontramos en las prácticas narrativas una herramienta para poner en interlocución nuestros paradigmas y reconocer la historia que nos lleva a la práctica colaborativa. Busquemos dar algún contexto de nuestra práctica.

Es importante hacer el esfuerzo práctico de reconocimiento de las diferentes epistemologías, (principios, fundamentos y métodos del conocimiento humano): rural, urbano, infantil, indígena, etcétera. Preguntarnos qué se conoce, como se conoce y cuál es el universo que conoce. Cuál es su experiencia de vida que define su relación con lo que se conoce.

Cómo es la formación de individuos capaces de elaborar conocimiento y saberes colectivamente y desde diferentes fuentes. Cuáles son los principales retos personales y grupales; incluso institucionales.

Cómo enfrentamos el racismo, la marginación y el desprecio que afectan la percepción y validez que otorgamos a una aportación cognitiva. Cuando nos “imaginamos” que el otro no sabe.

Un ejemplo que poníamos como reto a los “manejadores y ordenadores territoriales” era que comprendieran la concepción del suelo y el ciclo del agua de los wixaritari (así se llaman los huicholes a ellos mismos), lo cual implicaba poner en juego todas las capacidades técnicas y los paradigmas científicos y éticos. A la vez que encerraba en gran medida sus saberes técnicos ancestrales y la garantía de su prevalencia como pueblo —más el ejercicio de un idioma diferente y el establecimiento de mecanismos de traducción.

La transdisciplinariedad nos lleva también a crear nuevos conceptos.

Es un reto a la creatividad establecer un lenguaje que nos comunique efectivamente y describa realidades como, también, las provocadas por la agroindustria.

Es mucho más urgente la investigación transdisciplinaria para resolver problemas que para crearlos. Las ciencias y tecnologías “aisladas” que generan una “solución” en su laboratorio sin voltear a ver el contexto en el que se desarrollará su “Frankenstein” deberían pasar por un filtro multidisciplinario que revisara los límites de las soluciones aisladas. Ejemplos de esta situación hay miles en la industria.

Sin embargo, la solución al problema generado demanda una complejidad y una integralidad de saberes y conocimientos que superan o exigen grandes esfuerzos transdisciplinarios y colaborativos.

Desconozco las discusiones sobre la subjetividad del conocimiento científico. Pero creo que es importante reconocer la impronta subjetiva del conocimiento científico. Nos parece ilustrativo el debate de los últimos años sobre el cáncer que provocan los alimentos transgénicos y su consecuente paquete tecnológico de agroinsumos. Unos científicos “demostraron” que no causaba cáncer dando maíz OGM tres meses a ratas. Otros demostraron que sí causaba cáncer dándolo 6 meses en ratas. Como mexicanos con sentido común diríamos: “ni somos ratas, ni consumimos 3 o 6 meses, ni en cantidades despreciables” ya que lo consumimos mucho y toda la vida. Y pensábamos: qué pasa cuando la investigación la hace un chino o un nórdico, ¿influye la experiencia y el interés personal, es decir la subjetividad? Entonces en gran medida ¿los límites y temas los impone la experiencia subjetiva y el interés político y económico?

Uno entiende la alarma y preocupación de la Unión de Científicos Comprometidos con la Sociedad en México y de la doctora Elena Álvarez-Bullya cuando descubren con apoyo de comunidades indígenas y campesinas de todo el país que los productos de maíz “comunitario” son mucho más limpios en términos de glifosato y transgénicos que los productos industrializados que se encuentran en las tiendas de conveniencia y que están en un 80% o más contaminados y la gente los consume masivamente como botanas, cereales, etcétera.

Es mucho más probable que sean los saberes ambientales populares los que nos saquen del atolladero o crisis ambiental global actual que la suma de políticas y programas o “falsas soluciones” a esta crisis. Los valores y principios que implican las nuevas formas de diálogo, investigación y práctica son un asunto de supervivencia.

Como ejemplo en el ámbito alimentario y ambiental el saber indígena, campesino y popular sobre el agua, el viento, el suelo, los bosques y las selvas es el que puede, región por región, alimentar a los habitantes del planeta, limpiarlo y ofrecer calidad de vida, y orientar la investigación y la praxis científica y técnica hacia verdaderas soluciones prácticas y que, de forma colaborativa, alcancen a ver y prever sus limitantes y sus límites, así como a pensar con responsabilidad la capacidad de responder a la pregunta de quién puede reparar o dar mantenimiento a la herramienta generada. Sea ésta producto de la ingeniería, el derecho, etcétera.
 
Con temor a ser insistentes sería bueno elaborar la pregunta: ¿Qué implicaciones o problemas propicia una innovación o propuesta técnica-científica? Y ¿qué disciplinas tendrán que conjuntarse para resolverla?

Un reto es arribar, cada vez más, a la creación transdisciplinaria, dialógica y colaborativa. Que se refleje en el reforzamiento del sujeto, como individuo con capacidad de proyecto, y en el objeto, como contexto donde se resuelve colectivamente la crisis de la existencia del sujeto.

Nosotros encontramos en la asamblea indígena el espacio de diálogo, definición de problemas y búsqueda de soluciones en un contexto de intercambio de saberes igualitario donde la palabra de todos no sólo es necesaria sino indispensable en el desarrollo de las actividades humanas. Es la experiencia más amplia que hemos conocido del diálogo multitudinario y la construcción colectiva del saber. Es en la asamblea (del pueblo wixárika) donde hemos conocido y comprendido la creación, identificación de prioridades y análisis de contextos más creativa, de la cual se desprende la práctica comunitaria.

La perspectiva transdisciplinaria y colaborativa también nos propicia la amistad. La necesidad de enamorarse de la disciplina, el saber y la práctica del otro.

No son precisamente las metodologías, modelos y conceptos sino los valores y capacidades generadas lo que genera los resultados de este tipo de investigación. Lo que Iván Illich en su “sociedad desescolarizada” llamaba el curriculum oculto de la educación, los valores intrínsecos que produce la vida académica, es esa especie de bullyng que nos hace sentir ignorantes y no complementarios entre las materias y los grados de estudio.

Es en efecto, “otra estética cognitiva”, de las emociones la que plantea relaciones horizontales en la búsqueda de información y supuestos o hipótesis, así como del desarrollo de sus argumentos.

Vista desde fuera, la ciencia “dura”, “formal”, o como quiera que podamos llamarla, reprime aparentemente la subjetividad a tal grado que tiene más claro “lo que no le toca” que “lo que le toca”. El discurso que conlleva esa represión puede manifestar una negación de las consecuencias o alteridades de la estricta percepción científica.

Se podría pensar en un glosario y en algún tipo de evaluación-preparación para el trabajo transdisciplinario (diálogos, talleres, charlas, viajes de prueba), donde se comprendan, por ejemplo, la trascendencia de las bases epistemológicas y subjetivas, las capacidades de escuchar, la curiosidad por el otro.

Así lo hacía Iván Illich en sus talleres de verano del Centro Intercultural de Documentación (CIDOC), por allá en la década de 1960, donde llegaban los misioneros del desarrollo del primer mundo a “prepararse” para su dispersión por América Latina. En estos seminarios se estudiaban idiomas y se discutía críticamente el concepto de desarrollo y la sociedad industrial, logrando que la mayor parte de los promotores en vez de seguir su llamado colonizador se regresaran a sus países de origen a revisar más en detalle lo que iban a proponer, logrando volver a revisar introspectivamente su práctica hasta 90% de los candidatos.

Igual la experiencia en la sierra huichol era de ida y vuelta: los teiwaris (mestizos) se preguntaban ¿Cómo pueden vivir así los wixaritari?, mientras los wixaritari se preguntaban ¿Cómo pueden vivir así los teiwaris? Muchísima gente, más de la que imaginamos, no aguanta esto. Eso nos llevó a pensar que lo que pasa en un territorio se gestiona fundamentalmente al modo y con el saber y la sabiduría del pueblo involucrado.

La imaginación es ilimitada (sobre todo cuando se jugó mucho de pequeño) y nos facilita crear y creer en mundos y formas diferentes. Propicia nuestra libertad y hace florecer la sabiduría popular. Como dice John Berger “El ingenio popular es generalmente invisible. Algunas veces, cuando se lo recobra para alguna acción política, se visibiliza. El resto del tiempo se utiliza a diario para la supervivencia personal clandestina”.

Es importante definir o explorar los límites de la perspectiva monodisciplinar para el objeto de estudio e iniciar una crítica que justifique la alternativa propuesta. Que se refleje en el reforzamiento del sujeto, como individuo con capacidad de proyecto, y en el objeto, como contexto donde se resuelve colectivamente la crisis de la existencia del sujeto.

Reconocer quién ejerce o ha sido afectado en su soberanía en un territorio concreto para establecer un vínculo legítimo con el derecho histórico de los sujetos (colectivos).

En nuestra práctica también han sido importantes los talleres de saberes y geopolítica. La construcción colectiva del mapa local o regional, en el contexto global para enfocar mejor las decisiones y prácticas en torno (por ejemplo) a la defensa ambiental contra represas, trasnacionales agroalimentarias, mineras, industrias. Y en la construcción de alternativas agroecológicas, cooperativas, etcétera.

Quién ejemplifica mejor la transdisciplinariedad y colaboración es la comunidad en cualquiera de sus dimensiones. En nuestra experiencia la mejor manera de elaborar sistemas de información geográfica (SIG) para la defensa del territorio es la formación técnica de las comunidades, que sumada a las capacidades adquiridas desde la infancia dieron resultados espectaculares que simplemente habrían sido imposibles en nuestras manos. Los talleres que realizamos en el Instituto Técnico de Educación Superior de Occidente (Iteso) y la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) sobre estos temas fueron de gran construcción e intercambio de saberes.

Creemos que la oportunidad y habilidad de descubrir otros o nuevos lenguajes es uno de los retos “académicos” de una investigación.

Es crucial describir las limitaciones, obstáculos, contradicciones y marginaciones generadas por el Estado que trasgreden las relaciones reales entre individuos (y propician la deshabilitación del sujeto) para influir en su entorno imponiendo falacias que suponen que las comunidades desconocen por falta de pericia, especialización o autoridad. Puede pensarse un indicador para reconocer el nivel de intervención del Estado y las instituciones privadas directamente derivado de esta ceguera.

Del documento de estudio se puede derivar un principio que nos ha parecido fundamental en la investigación colaborativa: la investigación y el conocimiento que surge de lo social es colectivo, comunitario, es la mejor defensa de los resultados de la investigación, dejarlos efectivamente en la comunidad o el ámbito social que los vuelva aprovechables y los sume al bagaje del conocimiento o del saber para todos.

Jalisco gigante agroalimentario (la “agricultura empresarial”.

“gigantes pero ecológicos”.)

Dos imágenes:

1.       Invernaderos y granjas en edificios inocuos y con sistemas electrónicos de iluminación y riego de lujo para plantas y animales. A un lado albergues precarios para jornaleros sin ningún servicio y trabajo acasillado o esclavo.

2.      Se promueve la inocuidad en el campo y rocían glifosato sobre las poblaciones rurales de México: la gente se pregunta ¿estamos en guerra?

La desocupación del campo para establecer sus soluciones agroindustriales, que incluyen la generación súper contaminante de “energías limpias” como los biocombustibles, la energía solar o eólica, ya es forzada o bajo amenaza, ya sea de los promotores oficiales o de los grupos criminales. Una vez establecida esta dinámica comienza la trata de personas y la entrada de estupefacientes para aguantar las jornadas y condiciones de trabajo promovidas por los emprendedores y promotores de la transformación del trabajo campesino en asalariados proletarizados. Posteriormente se ve un paisaje desolado, aunque con una gran presencia de infraestructura de metal y plástico, la contaminación, la disolución del tejido social, la enfermedad, la miseria y la muerte.

La agroindustria de Jalisco el “gigante agroalimentario de México” produce empaquetados de aguacate, bayas, moras, azúcar, agave, forrajes, papas para frituras y carne con clembuterol. Por si alguien pensaba que producen alimentos.

“El trabajo del campesino es pesado y poco productivo”: éste es el argumento de los funcionarios defensores de la agroindustria para promoverla. Sí, es pesado, pero no te mata, te da satisfacción y es falso que no sea productivo. En cambio, el trabajo en la agroindustria es pesado, intoxica y en largo periodo mata y no es tan productivo como parece.

Incluso tienen que hacer zonas económicas especiales para justificar la explotación y la miseria.

Las comunidades que resisten hacen un doble esfuerzo para seguir reproduciendo sus alimentos y su forma de vida de un modo independiente. Están resistiendo esta agresión que penetra la comunidad y la familia y seguir haciendo comunidad para resguardar los saberes y en algún sentido la especie de utopía postindustrial de la que hablaba illich hace cuarenta años. Cuando en su libro La convivialidad dice: “Las dos terceras partes de la humanidad pueden aún evitar el atravesar por la era industrial si eligen, desde ahora, un modo de producción basado en un equilibrio postindustrial, ese mismo contra el cual las naciones superindustrializadas se verán acorraladas por la amenaza del caos”.

Vemos en Facebook la infografía de dos grandes soluciones tecnológicas juntas: un plantío de 3 mil hectáreas de celdas solares transformando altiplanos, selvas o bosques en áridas zonas desertificadas, bañadas de glifosato para “sellar” el suelo. Y la segunda: un súper invento de transformar toda la basura plástica de la ciudad en una “pintura” blanca que supuestamente reduzca el calor en 3 grados. Los usuarios de la red lo reproducen y se desviven en likes a las soluciones “ecológicas”.

¿En qué momento perdimos el sentido común y pensamos que un plantío de esta naturaleza es una propuesta ecológica? Cualquier concentración, retomando a Illich, cualquier superproducción industrial de un bien o servicio tiene resultados catastróficos que se revierten a la propia solución.

Me quedo pensando, volviendo a los resultados catastróficos, que en la escuela nos enseñaron que en esa selva o bosque sólo viven ositos y leones: cuando en realidad hay toda esa riqueza natural junto con comunidades que son arrancadas de esos territorios. En el caso de Jalisco hay una comunidad que antiguamente fue un bosque y ahora se dedican al monocultivo de maíz y alguna que otra moda agroindustrial. Los jóvenes se han organizado porque se imaginan que su comunidad llamada Palos Altos vuelva a ser un bosque con producción campesina. Ahora a los padres endeudados por la agroindustria les ofrecen sembrar celdas solares por varias décadas, ya que el precio del maíz no les está resultando. Los jóvenes ven que conforme creció la oferta tecnológica se fue hundiendo su sueño.

Volviendo a Illich, en nuestra propia instrumentación “resulta difícil imaginar una sociedad de herramientas simples, en donde los humanos pudieran lograr sus fines utilizando una energía puesta bajo su control personal. Nuestros sueños están estandarizados, nuestra imaginación industrializada, nuestra fantasía programada. No somos capaces de concebir más que sistemas de hiperinstrumentalización para los hábitos sociales, adaptados a la producción en masa”. La celda solar tendría que adaptarse según el espacio, donde realmente se requiriera.

Por miles de años la técnica fue una herencia de la humanidad para cultivar el alimento, calentarse, hacer el techo o la vivienda, sanarse, y convivir con las bestias.